miércoles, 29 de mayo de 2013

La historia de Lorena



Lorena (del blog Cuestión de Madres) nos deja el relato de su parto: Una cesárea en EEUU, acompada y respetada. Su relato nos deja un sabor de boca buenísimo, en el que se desmuestra que si se quiere, se puede, se puede estar acompañada en la cesárea y se puede tratar a las inminentes mamás con empatía, respeto y mucho mimo :).

Después de leer los post que has publicado, me he animado a contar mi parto.

No puedo decir que fuera un parto no respetado, todo al contrario, fue respetadísimo y muy organizado desde los seis meses.

Nos enteramos que íbamos a ser padres y todo fue muy normal, ecografías y visitas rutinarias, pero a partir de los seis meses, empezamos a organizar el parto, contestando a preguntas del tipo, si era niña si sabíamos cómo la íbamos a llamar, si era niño si daba consentimiento para hacerle la circuncisión en ese momento, si quería epidural o iba a ser muy fuerte y parto natural sin nada...

Por supuesto yo siempre había querido un parto muy natural, sin epidural, me hacía ilusión desde que supe que iba a ser mamá, pero mi marido hizo que cambiara de opinión, el hecho de verme sufrir innecesariamente no lo llevaba nada bien.

Lo teníamos todo planeado al milímetro, no podía fallar nada en teoría, mi hija estaba encajada desde los seis meses no se movió, pero tres días antes de salir de cuentas mi hija decidió romper la bolsa y no hacer ningún esfuerzo por nacer.

En un principio nos mandaron a casa cuando llegamos al hospital y sin contracciones, pero al decir que había roto aguas, ¡¡¡madre!!! me pasaron en un abrir y cerrar de ojos, antes de que pudiera decir nada, ya estaba con el pijama y con la oxitocina puesta para provocar las contracciones, (he de decir que me lleve las últimas dos semanas andando como nunca y bajando y subiendo escaleras ya que no tenía otra forma de bajar a la calle ya que no había ascensor) ya que mi pequeña había decidido venir al mundo sin esfuerzo alguno.

En todo momento me explicaban los pasos que iban a dar, a cada hora venían a tomarme la temperatura, la tensión y a ver cómo iba la peque ya que estaba monitorizada desde el principio.

Ya por la tarde, después de comer llegaron las primeras contracciones, eso sí muy flojas, y decidieron prepararme un jacuzzi (deciros que yo di a luz en un hospital en EE.UU), eso me vino como anillo al dedo, con dolores flojos y agua muy calentita.

A eso de las 10 las contracciones ya eran muy dolorosas y, encima, estaba teniendo parto de riñones ¡¡¡madre mía que dolor!!!, era como si estuviera con el periodo pero multiplicado por dos. Así que pedí otro bañito calentito para poder relajarme un poco más y que los dolores no fueran tan intensos. Aquello de poco me sirvió, tengo que reconocerlo tenía unos dolores muy intensos y eso que solo estaba de 3 cm.

Tengo claro una cosa y es que si me hubiera dejado mi marido, hubiera tenido esos dolores hasta el final, pero yo veía la cara de mi chico y se me caía el alma al suelo y es que cuando no tenía contracciones no me quería ni tocar por si me hacía daño jajaja.. Al final, después de todo, decidí ponerme la epidural y así terminar con todo, con mis dolores y el dolor de mi chico por verme así.

A eso de las 11 ya tenía al anestesista poniéndome la dichosa epidural y mi marido con la cara más encajada, tan encajada, que a la una el tío estaba en el sillón durmiendo jajaja… Cuando venía la enfermera a preguntarme si necesitaba hacer pis, o darme la vuelta, me volvía a tomar la temperatura y hacer el seguimiento de la peque, (hay que contar que también nos hacían el seguimiento desde fuera, ya que tienen unos televisores donde controlan los partos que tienen en ese momento.)

Recuerdo perfectamente como a las 5 de la mañana vino una enfermera y me explicó que me iba a hacer un tacto para ver cómo iba mi pequeña y de cuántos centímetros estaba, y me dijo que si seguía así por la mañana tendría a mi pequeña en brazos, lo que ella no sabía qué se iba a equivocar un poco, pero solo un poco, ya que a las 7 cuando vino mi ginecóloga seguía de 7 cm y la cosa iba lenta.

Me explicó que por ella me hacia la cesárea ya, que después de 26 horas y las que pudieran quedar por delante, llegaría al final sin fuerzas para empujar.

Así que me lo pensé y mucho, hacia 26 horas que había roto aguas y me asusté yo sola por si mi pequeña lo estaba pasando mal, y me decidí por la cesárea.

Me prepararon y mi marido me acompañó hasta la puerta del quirófano, allí nos explicaron a los dos los pasos que iban a seguir, me iban a meter a mi primero para prepararme y luego entraría él para hacerme compañía y que pudiera ver nacer a la peque.

A mí me pusieron una especie de cortinilla para que no pudiera ver nada, pero mi marido lo vio todo. Tengo que decir que a mi derecha tuve una doctora encantadora que me iba contando cada paso que estaban dando, que estaba a punto de salir y de repente le dijo a mi marido “levántate para que veas bien a tu hija”, y en ese momento mi marido más blanco que la leche, la doctora diciéndome que mi hija acababa de nacer y oyendo a mi niña llorar por primera vez. De repente mi marido desapareció del mapa y al cabo de 3 minutos le vi que me traía en sus brazos a lo mejor que he hecho en mi vida, mi pequeña princesa.

Solo me la quitaron para que mi marido la llevara en la cuna hasta la habitación y para hacerla unas pruebas típicas de recién nacido.

Puedo decir que aunque mi parto terminó en cesárea, fue la mejor experiencia que he tenido, me trataron genial, fueron muy respetuosos y sobre todo, nos explicaron cada paso que iban a dar y las cosas que iban hacer en ese momento.

Espero que si alguna vez vuelvo a tener otro sea parto natural, porque me encantaría sentir esa sensación de sentirlo mientras sale, pero si tuviera que volver a ser cesárea, espero que sea de la misma manera que me trataron cuando nació mi hija.

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