lunes, 21 de enero de 2013

La historia de Aída

La historia de Aída ha llega directa a la bandeja de correo de Queremos Partos Respetados al poco tiempo de inaugurar esta proyecto, en su presentanción, me contaba que su parto fue: "50% bueno 50% malo".

Veréis al leer su historia, que una vez más, los profesionales no pierden ni un minuto de su tiempo en contarnos lo que sucede en el trabajo del parto, en qué fase estamos del mismo, o cual son las mejores fórmulas para aplicar. Una vez más, las mujeres somos relegadas a segundo plano, sin dejarnos ser las protagonistas de nuestros partos. 

Nuevamente, nos hacen creer que no podemos parir, nuevamente alterar el proceso natural del parto.



Mi Primer Parto: Emma

Me quedé embarazada de Emma a los 24 años, fue una niña buscada y no tardó nada en llegar. Un embarazo buenísimo, de los que dan envidia; me encontraba tan bien que todos me decían que seguramente cumpliría y me pasaría de las 40 semanas.

No fue así. 

A la semana 39 más 4 días, me desperté ese 25 de agosto del 2007 muy temprano (06:30h) y agobiada, como con ansiedad. Puse varias lavadoras, las tendía y como se secaban las planchaba y guardaba, hice hornadas varias de magdalenas, estaba desbocada, sentía que me iba a salir de mi piel. Rompí aguas en casa a las 16:30h

Fuimos al Hospital Costa del Sol de Marbella, tras anular varios planes con amigos que teníamos.

Llegué andando y sin ninguna contracción ni molestia sobre las 17:30h, con mi líquido amniótico recorriéndome pierna abajo, y dejando mis huellas por todo el hospital.
Pasamos por una primera exploración y estaba de 2cm dilatada, la niña colocada, bueno, tocaba esperar.
Las horas pasaban y allí estábamos todos de charlas (mis padres, suegros, mi cuñada y sobrinillo), me encontraba bien, me pusieron el sello de “esta va para largo” (cuánto se equivocaban), a eso de las 20:00h mi madre me aconsejó darme un baño calentito, pues según historias, favorecería las contracciones; allá fui. Me di mi bañito, y me puse a dar paseos charlando con mi padre. Como conocemos personal del hospital, venían a verme y paseítos para arriba, paseíto para abajo.

La familia empezó a irse, lo dicho “iba para largo”, mi padre tenía bronquitis y no quería pegárselo a la niña, y mi cuñada y sobrino era tarde para el pequeño. Se quedaron mi marido, mi madre y mis suegros. 

A eso de las 22:00h, me dio la primera contracción. Ya la cara se me cambió, eso empezaba a doler, así que me metí en mi cama (por suerte las parturientas estábamos una por habitación, pillamos época baja de partos). Mi madre me abanicaba y mi marido el pobre me cedió “amablemente” su pierna para que yo se la estrujase. 

Las contracciones se sucedían unas detrás de otras, en intervalo de 20 segundos y con una duración aproximada de un minuto. Pensé que me partía por la mitad. 

Vino la enfermera y me dijeron que me tenían que controlar 40 minutos, para mí eso era un mundo, recuerdo que dije: ¡¿40 minutos así?!
 
Porque las contracciones no paraban, iban a más fuertes y a más rápidas. Pasado el tiempo mi suegro se puso a buscar como loco a un celador para que me bajasen a paritorio, el hecho que mi cara se desencajase del todo le asustó un poquito al pobre hombre.

A las 23:30h estaba ya en paritorio de 4 centímetros dilatada, las contracciones no me dejaban ni pensar, y aquí sí estoy enfadada con el hospital, porque nadie intento calmarme, era una novata ante unos dolores desconocidos para mí, y claro que estaba asustada por todo lo que se me venía encima. 

Me preguntaron que si quería la epidural, dije que sí sin dudarlo. Ahora lo miro con retrospectiva, y me doy cuenta que yo hubiese podido parir sin epidural pues tengo un gran control de mi dolor, pero allí nadie se preocupó por si podía o no.

Antes de la epidural, me inyectaron oxitocina, ahora sigo sin entenderlo, porque mi cuerpo no paraba de trabajar y estaba ya en 4 centímetros por mí misma, con lo que mi cuerpo estaba respondiendo bien a los trabajos del parto. 

Total, me ponen la epidural a las 00:00h (os pongo los tiempo porque los considero importantes, han pasado solo 7 horas y media desde que rompo aguas) y ya me había puesto de 9 centímetros. La enfermera ni me creía, pero yo le decía que sí, que tenía ganas de empujar.
Pero claro, me habían puesto la epidural, y ¿qué me pasó? pues que me quedaba dormida en el potro (sí, potro, otra historia más que me tragué por novata), que las contracciones dejé de sentirlas, y que yo participaba nada y menos en mi propio parto porque yo lo quería era dormir.

Después de mucho empujar (de mentira porque no tenía ni fuerzas ni ganas), mi hija nació a las 02:15h (a la misma hora que su madre, fíjate que casualidad), y pesó 3.335kg (¡anda, cómo su madre también!). Y directa a mi pecho y a mis brazos.

Pero llegó la preguntita: ¿has tenido alguna infección de vagina en el embarazo?
  • ¿Infección de vagina? ¿qué es eso? ¿no está solo la de orina? Pues mire que yo sepa no, ¿por?
  • Porque la niña al salir te ha desgarrado por dentro y tengo que coserte.
  • Ah, pues bien, de acuerdo.
Y empezó a coserme, ¿sabéis lo mejor? Que mi epidural se había pasado el efecto, le dije con las lágrimas casi brotando (ojo, nunca lloro en temas médicos, se me aguantar el dolor y tirar hacia delante, pero no soportaba eso más) que me estaba doliendo, que como esa zona ya estaba dolorida del parto, que por qué no me ponía una anestesia local y podía coserme bien.

Me dijo que aguantase porque era solo un momento, y creo que llegué a contar unos 6 puntos, 6 puntos en carne viva, 6 puntos sin anestesia, en mi vagina. 

¿Sabéis cuál fue la mejor frase que me dijo? “No te muevas” 

¿Qué no me mueva? ¡Qué me estás cosiendo a carne viva recién paría mi vagina! Que me dieron ganas de bajar una pierna del potro ese y pegarle una patada y tirarla para atrás.

Pero estaba cansada, solo quería coger de nuevo a mi niña y volver a olerla, ir a mi habitación y descansar.

martes, 8 de enero de 2013

La historia de Zulema

La historia de Zulema es la de muchas madres, a ella no la respetaron, no la escucharon, no la informaron y no la dejaron participar en su propio parto. Quizás porque era muy joven la trataron como una inútil, como si ella no fuera la protagonista real del nacimiento de su hija.

Os dejo su historia, contanda magníficamente, con muchísimo sentimiento, sólo como una madre sabe hacer.


Dije que me animaría a contar mi experiencia y aquí estoy escribiendo.. justo hoy, un día muy muy especial porque es hoy cuando A. ha cumplido ¡10 años!
Es increíble lo rápido que se va el tiempo, lo rápido que dejan de ser nuestros bebés para ser esos pequeños seres independientes, ¡y protestones también!

Esta aventura comenzó el 26 de marzo de 2002. Aparentemente iba a ser un día normal, pero desperté con muchas muchas molestias. Al ir al baño descubrí que había expulsado el tapón mucoso, pero como mi mamá que en ese entonces vivía me dijo que era normal (yo era una mocosa de dieciséis añitos) pues estuve tranquila en casa, eso sí, con las molestias que cada vez iban a más.

Me tuvieron desde el mediodía andando, porque decían que eso me iba a ayudar, que el parto estaba muy cerca ya y lo necesitaba, y yo pues andando me pasé el día. No tenía contracciones, sólo una molestia insoportable en los riñones, ni siquiera era lo que yo llamaría dolor.

Pasaron las horas del mediodía y tarde y la situación seguía igual, las contracciones no llegaban. Por la noche mi má al tocarme, se da cuenta de que estaba ardiendo en fiebre, eso sí, yo estaba como si nada, no noté ese frío tan habitual en estos casos. Decidimos acudir al hospital para asegurarnos de que todo estaba bien.

Ya sólo llegar al hospital me sentí mal sólo por ver las caras de todos los que me rodeaban. Malas caras por ser evidente mi corta edad para ser madre, pero creo que al fin y al cabo era una madre a punto de parir igual que la estuviese ahí con 30 años.

Me revisaron, incluso me miraron el líquido con ese horroroso y doloroso tubo que sientes que te llegará hasta la garganta, y me dijeron que todo estaba bien, que el parto comenzaría pero que era muy pronto aún. Para la fiebre sólo supieron decirme que probablemente andaba con un poco de gripe. Por prevención me pasaron a monitores una hora para terminar de comprobar que todo iba como debería ir. Pero hubo sorpresa, y es que a los cinco minutos de estar en monitores rompo bolsa y ¿qué? El líquido era VERDE, pero verde verde de verdad, me asusté mucho ya que por todo lo que había leído sabía bien que eso significaba infección. Nuca me explicaré cómo al mirarme las aguas las vieron claras y correctas, cuando esto me pudo costar la vida tanto a mi hija como a mí.

Ahí quedé en monitores, tirada en una cama muerta de dolores (me pusieron la oxitocina) donde nadie me hacía caso y poco pudo estar algún familar conmigo. Pasando exploraciones y haciéndome un cristo por todos lados, a cada rato era peor.

Desde un principio se sabía que mi pequeña no estaba colocada para nacer, estaba sentadita en el nacidero, pero aún así esperamos. A las pocas horas me veo obligada a llamar al timbre para avisar de que mi pequeña se me había subido a la boca del estómago. Sorprendida me quedé con el trato que se me dio porque la respuesta de la enfermera ( o quién fuese esa mujer) fue que los profesionales eran ellos, que dejara de quejarme que yo debía estar en la discoteca y no ahí (así, sin anestesia).
A las 3 de la mañana tenía firmada una cesárea urgente por mi ginecólogo, dado la imposibilidad de que la niña tomase ya posición para nacer, y el gran riesgo de la infección que tenía dentro. Inexplicablemente me quedé ahí, nadie me llevó a quirófano, nadie me hizo caso en nada, no le importé a nadie, o al menos así me lo hicieron sentir, yo era un cuerpo más, una cama más.

A las doce y media del mediodía (del día siguiente sí) me llevan a quirófano a practicarme la cesárea. Yo había leído bastante de embarazos y partos, y como en su día leí que si hay fiebre la epidural o se debe aplicar, me negué en redondo a recibirla, me aterrorizaba, y esto me costó otro gran rato de batalla, reventada ya de dolores y por supuesto con mi infección.

Finalmente ceden a usar la anestesia general, pero cuál es la sorpresa del médico cuando abre mi barriguita que mi niña no sale.. ¿por qué? Porque efectivamente mi hija estaba en la parte superior como avisé y nadie me hizo caso. Esto supuso que tuviesen que pisarme y perdiese una barbaridad de sangre en esa fría mesa.

A mi hija me la dieron estando en reanimación, sinceramente no podía ni ver bien su cara dado que seguía borracha de la anestesia, y después ya no la pude volver a ver hasta bastantes horas más tarde.

Aún estando en planta recuperándome de lo que mi cuerpo había pasando, me hicieron sentir muy mal. Yo no era capaz de levantarme, me sentía sin fuerza alguna, mareada… y constantemente me comparaban con otras madres que tenían cesárea y estaban andando por los pasillos como si nada. Claro, todo esto por no hacerme una simple analítica que posteriormente pidió la matrona, y darse cuenta de que necesitaban ponerme sangre, dos bolsitas me tuvieron que regalar.

Sinceramente con este relato, que es mi experiencia, me gustaría aprovechar para reivindicar que a pesar de que tengan corta edad, aunque puedan tener 16 años como yo los tenía, no dejan de ser madres a punto de dar a luz a sus hijos, pido que por favor se las trate con el mismo respeto, la edad muchas veces no es nada. Y también pido desde aquí que esas personas en las que tenemos que depositar nuestra confianza para que nuestros hijos nazcan no nos defrauden y sean HUMANOS.